
Había una vez una belya muchacha llamada Mirta, que era hija única y por lo tanto malcriada. A su bautismo fueron todas las mirtas del mundo: Mirta Legrand, Mirta Legrand y Mirta Legrand, que por casualidad tenían poderes mágicos otorgados por Dios. El término "Dios" es en realidad "Dioz", que significa doble hoz o dos oces (di: dos/ oz: hoz), es decir, una cuchilla de doble filo, el cual es determinado por las acciones que deben cumplirse y por los pecados. Mirta es catohólica, pero Blancanieves no, ella es jebudista, cree en Jebús, según Homero.
Mirta era dormilona y/ o, e, ae ae holgazana, que no singifica lo mismo que holgada, y hablando de eso la ropa no le quedaba holgada sino bastante ajustadita, que de tanto holgazaniar había subido unos kilitos. Por eso se fue a comprar un Reduce Fat- Fast, sin mencionar el farmacéutico que el efecto secundario del medicamento era dormir 100 anos, digo años seguidos ella y todo su reino. No se trataba de un efecto secundario, sino de uno primario: nuestro querido amigo Jorge Anó, digo Ané, había descubierto en su laboratorio secreto debajo de su habitación ("El laboratorio de Dexter", de lunes a viernes a las 15:00 por Cartoon Network. ¡No te lo pierdas al igual que los kilos!), que mientras dormía la gente no comía, y al no comer adelgazaba. Este fabuloso descubrimiento lo hizo después de treinta anos, digo años, de riguroso seguimiento (olele el culo a Sarmiento) de la hibernación de los osos polares, con sus cationes y anones (anos grandes), digo anones (otra vez me volví a confundir. Bueno, no importa), y en eso basó la fórmula del Reduce Fat- Fast.
Cuando cien años (¡Aha!, se la creyeron, manga de crédulos inculos, digo incultos (ahora resulta que el inculo, digo inculto soy yo que me confundo a cada rato) después la bella Mirta despertó, descubrió que tenía una figura de modelo y le entraban los vestidos de su hermanita que tenía 5 anos* (esta vez va en serio. ¿Triste, no?), por lo que se hizo anoréxica y adicta a las pastillas, lo que equivale ser adicta a dormir 100 años seguidos. De modo que cuando se le terminó el frasquito ya estaba en la era de las computeadoras, digo computadoras, y la monarquía había sido abolida, es decir, no existían más los monarcas, mitad mono mitad garca. Pero Mirta Legrand aún estaba viva, y tenía un programa en el que lo invitaba a Maximiliano Guerra para preguntarle seicientas veces la misma pregunta: "¿vos bailás?". Así que nuestra princesa fue ejecutada en la plaza pública (no creo que haya plazas que no sean públicas), y violada por mapaches rabiosos, necrófilos y antropofílicos. Nadie vivió feliz y el vendedor de perdices (alpiste, perdiste) se las perdió bien por el centro del orto, quiero decir otro, mientras decía: "por esto se llaman perdices". Malvín (barrio careta de Montevideo. Es como decir acá en la Argentina Puerto Madero), vieja barriada sin fin. Este cuento se acabó.
* Por tener cinco anos, la muchacha desfecaba en cantidades siderales, por lo que era muy delgada.